lunes, 17 de noviembre de 2014

Poemas Cantados: "Luz de Agosto en Gijón" de Nacho Vegas

Estrenamos sección en "Acabando con la Cultura". En estos post a lo que nos dedicare
mos es a fijar la atención en los textos escritos por nuestros músicos favoritos. Hoy en día la poesía ha encontrado en las canciones el vehículo idóneo para llegar a la gente ya que, desgraciadamente, la poesía escrita tiene cada vez menos seguidores. Así pues vamos a fijarnos en estos cantantes para los que "en una canción la letra es como poco el 50%" como dice Quique González.
Y estrenamos sección con un tema del último disco de Nacho Vegas. El asturiano es, sin  lugar a dudas, uno de los cantautores con más tirón en la última década en nuestro país. En su "Luz de Agosto en Gijón" y como es habitual en él, sus versos destilan una desesperada melancolía que en ocasiones se convierten en verdaderas tragedias. La canción que nos ocupa es mi favorita de su último trabajo y en ella realiza un homenaje a su Gijón natal como fuente inspiradora de su arte. En Gijón, y como si se tratara del propio Ángel González con su Oviedo, Vegas encuentra esa sordidez y soledad que una vez pasado el tiempo le hace mirar atrás con nostalgia aunque en el presente le duela y le abra heridas.
Una bella canción y una muy buena letra que toma el título de la novela de William Faulkner "Luz de Agosto"

Por Caarte.

Todo cuanto hemos pasado
se revela hoy bajo esta luz.
Ya la mar se va alejando,
siempre que huyo, me dirijo al sur.
Y mientras pueda, iré anotando
actos que reviven siempre en la canción,
algo que no estuvo bien
y otras cosas que se ven
a la luz de agosto en Gijón.

En diciembre, en las mañanas,
deseaba dejar de pensar;
desfilaron las semanas,
días de siete en siete como una espiral.
Y el octavo mes me alcanza,
y no me explico tanto ruido y confusión:
es la gente, es el humor,
está en mi imaginación
o es la luz de agosto en Gijón.

Era una noche vacía,
vacía de todo salvo de ansiedad,
esperando un nuevo día
que arrojara luz, trajera paz.
Rebuscando la alegría,
persiguiéndola en cada conversación,
porque si algo ha de ocurrir,
por favor, que ocurra aquí,
a la luz de agosto en Gijón.

Mira esa botella rota
y piensa en algo que no sea el amor;
lo que estaba entre las sombras,
ha ido tomando un extraño color.
Y entre algunas otras cosas,
como hombre tengo que pedir perdón
por un mundo patriarcal,
por la turbia claridad
de la luz de agosto en Gijón.

Tal vez, en algunos años
siga vivo y lejos de aquí
y deje atrás estos veranos
en que me sentí tan infeliz.
O tal vez, todo sea aún más raro
y el recuerdo implante en mí una emoción
tan intensa y radical
que incluso llegue a añorar
esta luz de agosto en Gijón,
ay, la luz de agosto en Gijón.


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