miércoles, 4 de junio de 2014

La Conjura de los Necios

John Kennedy Toole se suicidó valientemente en 1969, a los 32 años. Dejó una nota, destruida por su madre según se conoce.
El libro fue escrito a principios de los años 60, siendo él pues, muy joven. Su madre consiguió que se publicara 20 años después en 1980, por aquel entonces ella tenía 79 años. En 1981 el libro consiguió el premio Pulitzer. Anteriormente escribió a los 16 años La Biblia de Neón, su otra obra.
Le negaron la publicación de su libro en vida en la editorial Simon & Schuster, alegaron esos “visionarios” que no se trataba de nada en concreto. Esa negación, sin embargo,  sí fue de cobardes y de poca percepción creativa y prospección comercial. Yo me he reído mucho con este libro. Y por eso este homenaje a un personaje muy peculiar como es Ignatius. Un buen libro como tantos otros.
Este artículo intenta no recoger ninguna opinión, sólo un recopilatorio semiordenado de los aspectos más recalcables del manuscrito según mi versión.
Hay tres bloques: Mi Ignatius, Clase media obrera y Trabajo en Levi.

Bloque 1 Mi Ignatius
En este apartado trataremos de sumariar algunas de sus frases míticas en estos 4 subgrupos: su Higiene, su Visión del mundo, su Madre/mujeres, sus Patrones (entre paréntesis siempre estarán mis comentarios para una mejor ubicación contextual en caso de necesidad, lo demás es copiado del libro literalmente. Un plagio en toda regla)

Su Higiene
¡Huele a demonios aquí! (habitación de Ignatius, aire rancio) – ¿Bueno, qué esperas Madre? El cuerpo humano cuando está confinado emite ciertos aromas que tendemos a olvidar en este tiempo de desodorantes y otras perversiones.
Queja contra Ignatius de la Inspección de Higiene cuando fue vendedor de salchichas ambulantes y de hecho había metido un gato dentro del cubo de las salchichas: Mis hábitos íntimos están por encima de cualquier reproche. No arrastro ninguna enfermedad social, no entiendo, por tanto, qué podría transmitirles yo a sus salchichas que ellas no tuvieran ya. Fíjese qué uñas” .


 Su Visión del mundo
El universo se basa, por supuesto, en el principio del círculo dentro  del círculo.
El orgullo es un Pecado Mortal que creo que en general eludo.
La posesión de algo nuevo o caro sólo reflejaba la falta de teología y geometría de una persona. Podía proyectarse incluso dudas sobre el alma misma del sujeto.

Sus mujeres: Madre y Myrna Minkoff
Sobre Madre Ignatius:
Hasta mi madre, el agente de mi destrucción, ha empezado a morder la mano que la alimenta (nunca Ignaitus había llevado financiación en casa, al contrario, piensa que su presencia y esencia le alimente per se).
La intemperancia cataclismática de mi madre me ha arrojado al mundo con la mayor crueldad (buscar trabajo tras el accidente de coche).
Mi Madre se relaciona ahora con unos indeseables que intentan convertirla en una especie de atleta, especímenes depravados de la humanidad que se dedican a jugar a los bolos y se sumergen así en el olvido (cuando por fin su madre encuentra amigos y que sale de casa a airearse y empieza a conocer a un buen hombre, Clyde).
Cuando le presiona a buscar nuevo trabajo tras el despido en Levi´s: “¿voy a verme arrojado de nuevo al abismo? ¿Es que no tienes caridad? Necesito una semana al menos en mi cama, con servicio, para recuperarme”
Sobre el nuevo novio de su madre: “¿Piensas en serio que ese libertino de Claude quiere casarse contigo? Te arrastrará de un motel apestoso a otro. Acabarás en el suicidio.”
Sobre Myrna: Yo la fascinaba y la confundía  al mismo tiempo; era en suma,  demasiado para ella. En cierto modo, me convertí en otra especie de causa. Logré no obstante, desbaratar todos sus intentos de asaltar la fortaleza de mi cuerpo y mi inteligencia (miente como un bellaco).
Tu destino no es que traten bien. Tú eres una masoquista innata. Si te trataran bien te confundirían y te destruirían (esto sí puede ser cierto).


 Sus Patronos/su Trabajo
Carezco, al parecer, de alguna perversión especial que buscan los patronos de hoy.
Sobre un patrón: “Era un hombre absolutamente desalmado. Luego hizo aquel comentario porque yo no llevaba corbata y se burló de mi chaqueta de maderero. Me dejó atónito que una persona tan insustancial se atreviera a hacerme semejante afrenta”.
Los patronos perciben que yo rechazo sus valores. Me tienen miedo. Sospecho que se dan cuenta que me veo obligado a actuar en un siglo que aborrezco.
Sobre un antiguo trabajo en una  biblioteca “dudo que me acepten de nuevo. La verdad es que le dije unas palabras más bien mordaces a la encargada del departamento. Hasta me retiraron el carnet de socio. Tienes que comprender el miedo y el odio que inspira a la gente mi “weltanschaung” (Dilthey 1914, Welt= "mundo", y anschauen = "observar", cosmovisión en la  complicada traducción castellana)

Llegamos a mí parecer a las dos historias que más me llamaron la atención. En la primera nos hace un análisis sobre el concepto de su propia ambición y el papel de la clase obrera tomando como ejemplo a la raza negra en USA tras muchos años ya del abolicionismo (1870)  Aquí me limito a copiar texto íntegro del libro:
1        Clase media obrera
Es la esclavitud de los negros mecanizada; ejemplifica el progreso que ha hecho pasar al negro de recoger algodón a cortarlos y coserlo. Si estuviesen aún en la etapa recolectora de su evolución, al menos estarían en un entorno campestre saludable cantando y comiendo sandías.
Pese a lo sometidos que han estado, los negros son una geste bastante agradable en general. Yo había tenido poca relación con ellos, en realidad sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie. Descubrí que cobraban aún menos que Trixie.
Siento afinidad con la gente de color, porque su situación es igual a la mía: nos hallamos fuera del círculo de la sociedad norteamericana. Mi exilio es voluntario, por supuesto. Es evidente, sin embargo, que muchos negros desean convertirse en miembros activos de la clase media. He de admitir que ese deseo suyo me lleva a poner en entredicho sus juicios de valor.
Admiro el terror que son capaces de inspirar los negros en los corazones de algunos miembros del proletariado blanco y sólo desearía, ésta es una confesión muy personal,  poseer la misma capacidad de aterrar. El que es negro aterra simplemente por serlo; yo, sin embargo, tengo que esforzarme un poco para lograr el mismo fin.


Además, si fuera negro, mi madre no me presionaría para que encontrara un trabajo bueno, pues no habría ningún trabajo bueno a mi disposición. Ella y yo viviríamos muy agradablemente en alguna choza mohosa de los suburbios, en un estado de paz sin ambiciones, comprendiendo satisfechos que no se nos quería, y que luchar y esforzarse no tenía sentido.
Jones pregunta a Ignatius: ¿qué puede hacer un tipo de color para dejar de ser vagabundo o dejar de trabajar por menos del salario mínimo? – Por favor, no puede hacerse usted idea de la confusión en que se halla. Todos sus juicios de valor son erróneos. Cuando llegue  a la cima o donde pretenda usted llegar,  tendrá una crisis nerviosa, o algo peor. ¿Sabe de algún negro que tenga úlcera? No, claro que no. Viven contentos en sus cuchitriles. Agradezca a Fortuna no tener ningún padre caucásico atosigándole. Lea a Boecio.  Boecio le demostrara que esforzarse y luchar es, en último término absurdo. Que tenemos que aprender a aceptar.

Trabajo en LEVY

Carta suplantando a Levy Abelman (aquí Ignatius suplanta al dueño de Levi´s tras una queja escrita de sus mayores clientes textiles, sobre un pedido en concreto con un problema en los patrones de los pantalones que no se ajustaban al pedido inicial. Entonces Ignatius que llevaba pocos días en la histórica empresa familiar, lanza esta carta al presidente del cliente):
Los pantalones que les enviamos era un medio de comprobar su espíritu de iniciativa (una empresa mercantil más inteligente y más despierta sería capaz de conseguir que los pantalones de pernera de 3 cuartos se convirtieran en prototipo de la moda masculina. Es evidente que tienen ustedes unos programas de publicidad y comercialización muy deficientes y son un medio de poner a prueba su capacidad para cumplir  con los requisitos básicos del distribuidor de un producto de tanta calidad como el nuestro. (nuestros leales y diligentes distribuidores pueden vender cualquier pantalón que lleve la etiqueta Levy, por muy abominable que sea de hechura y diseño. Al parecer, son ustedes  gente sin fe. No queremos que nos molesten en el futuro con quejas tan insulsas. Por favor, limiten su correspondencia exclusivamente a pedidos. Somos una organización activa y dinámica, y sus vejámenes e insolencias sólo podría obstaculizar nuestra misión. Si vuelve usted a molestarnos, señor, sentirá el morder del látigo en sus hombros repugnantes.
Coléricamente suyo, Gus Levy, Presidente.
Para terminar con el tema de la empresa Levi, Ignatius dijo esto del matrimonio del Sr. Levi y su señora:
“Se consideraban mutuamente los únicos elementos no gratificantes de la casa”
Su mujer le dijo al Sr. Levi: “Has hecho que todo resulte tan vulgar, yo incluida”
Para terminar, un reconocimiento a la traducción del libro, tarea nada fácil. Aquí una muestra del vocabulario utilizado que encuentro interesante por la razón que sea  y además también un pequeño apartado de algunos nombres propios que nunca aparecen por azar. Mi siguiente paso será leerlo en su idioma original. En esta o en otra vida.      

Vocablos: casandrescamente / espíritu extraño /congénitamente incapaz/los inconvenientes del lugar/ penetrante diario/bebedor  inveterado/especia de pátina/reacción casi pavloviana (música blues diaria fabrica)/Scarlatti/tenedor herrumbroso/ adenoides/ solícitamente/mis tarsos/mi tomante/fatuidad/tunanta de mi madre/mi némesis pubescente /Manos de vinatera! Mujer disoluta/ Cállate, zarrapastrosa / tarambanas/ mi senectud.
Nombres propios: Numismática Venus/funesto farsante llamado Mark Twain (apología río Mississippi)/Jospeh Conrad / Kurtz “el corazón de las tinieblas” Rosvita de Gandersheim/ Schiller (dramaturgo alemán, 1805, filósofo, absolutismo hacia burguesía/Boeciosería central para la Escolástica, entre id quod est (todo el ente) y quo est o esse (aquello que hace que el ente sea).


Adison “la naturaleza hace a veces un tonto; pero un fanfarrón siempre es obra del hombre”.

Por Tomarasp.