lunes, 26 de diciembre de 2011

Héroes

Un Viaje a la Infancia.

     Héroes (Herois, 2009) es una de esas películas que sin grandes pretensiones llega donde la mayoría de artistas quieren llegar, a lo más profundo del ser humano, a ese lugar dentro de nosotros donde la risa y la lagrima se unen, donde los sentimientos afloran, en aquel lugar donde nacen las ganas de vivir, de revivir. Para ello parte de la época cuando todos somos naturales y puros, en la que aún no hemos perdido la ingenuidad e inocencia, donde se forjan las cosas realmente importantes de la vida: la amistad, los veranos de vacaciones, la idealización del primer amor, los sueños al fin y al cabo. Esto es, la infancia. Alli donde todos queremos volver de una manera u otra. “Forever Young” como bien canta la banda sonora del largometraje.

     Ambientada en los años ochenta rememora con una feliz nostalgia unas vacaciones familiares en un pueblo de la costa catalana. Todo era una aventura, carreras de bicis, robar en la tienda del pueblo, obtener el primer beso.

     Un Pau Freixas sobre guión de Albert Espinosa tocado por la inspiración, dotado de una memoria emocional notable y rememorando su infancia mezclada con las películas que más le influyeron. Se aprecia una fuerte influencia de films americanos como “ET” (1982) de Spielberg, “Los Goonies” (1985) de Richard Donner o “Cuenta Conmigo” (1986) de Rob Reiner, y como no de la serie española “Verano Azul” de Antonio Mercero.

     Quizás abusa del melodrama en ciertos tramos, de los gestos de afecto, quizás sobra cierta rimbombancia en el uso de la música. Ofreciendo unos tintes de épica y grandilocuencia cuando la cinta es humilde y sincera y ahí es donde encuentra su grandeza. En efecto, el director establece más conexión con el espectador en los momentos más sencillos, sin efectos, en la simplicidad de los gestos de unos actores infantiles en estado de gracia, en especial la pareja Ferran Rull y Mireia Vilapuig. Aparte vamos a obviar algunos errores garrafales de guión, como la edad igual de los protagonistas en la época actual, o que un pueblo de playa sea inundado por un pantano.

     En resumen, una cinta entrañable, entretenida y emotiva, que te saca la lágrima y al segundo siguiente una sonrisa, que despierta ternura en el espectador. Una película que sin aportar nada nuevo al cine de pandillas de los años ochenta emociona y cumple con su objetivo.

Que sigáis viviendo la vida como una aventura y cada día encontréis momentos mágicos.

por Ardemo.

Ficha artística:

Año: 2009
Dirección: Pau Freixas
Guión: Pau Freixas y Albert Espinosa
Reparto: Eva Santolaria, Alex Brendemühl, Lluis Homar, Emma Suarez, Mireia Vilapuig.
Duración: 95 minutos
Nacionalidad: España

viernes, 23 de diciembre de 2011

La noche de los tiempos, la gran novela de Muñoz Molina.

Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) es sin lugar a dudas uno de los grandes de la literatura actual española, autor de numerosas novelas ocupa la letra U en la Real Academia de la Lengua desde el año 1995.

Su última novela es “La noche de los tiempos” la cuál es su obra más monumental, un libro de casi 1000 páginas ambientada en el último año de la 2º República y en los primeros meses de le guerra civil española.

Cuando comencé a leer la novela, esas primeras veinte páginas, supe desde el primer momento que tenía entre mis manos un auténtico regalo, una obra que me iba a hacer disfrutar de lo lindo; una excelsa prosa, una narración de perfil psicológico rica en detalles donde el argumento avanza lento y la ambientación en un periodo de España que da para mucho fueron los culpables de que me frotara las manos desde el primer momento.

Muñoz Molina juega de manera magistral con los saltos en el tiempo, Ignacio Abel el protagonista de la novela está terminando su angustioso y fatigoso viaje de exiliado a Estados Unidos en un tren cualquiera cuando empieza a echar la vista atrás y rememorar su último año de vida donde muchas cosas han pasado aunque principalmente dos: la aparición de un amor que derriba los muros de su yerma vida sentimental y el estallido en forma de guerra civil de una sociedad llena de odios y diferencias. Los saltos temporales en vez de mostrarse liosos y molestos como sucede en otras novelas aquí logran un efecto magistral, llenan el libro de un dinamismo que consigue abordar la historia de los personajes desde todos los puntos de vista, tanto vitales como psicológicos; Y es que Muñoz Molina consigue contar la vida de Ignacio Abel con gran maestría, el lector acaba conociendo íntimamente al personaje, sus humildes orígenes, su exitosa carrera profesional como arquitecto, su gris matrimonio carente de pasión, su marcada ideología política no carente de un carácter débil, cobarde y de antihéroe, la relación con la familia de su esposa tan lejana a él, y el comportamiento de un personaje tan seco ante la disyuntiva que le ofrece la vida: una americana bastante más joven que él que le despierta su ya olvidado lado amoroso y pasional. Todo ello nos es contado con una genial destreza, introduciéndonos en la mente de Ignacio Abel y mostrándonos todas sus inquietudes y pensamientos más íntimos.

El manojo de personajes que residen en la novela es de gran credibilidad, todos ellos son catalogados por su ideología política que en el año 1935 en España era lo más importante que tenía cada persona, o se era de un bando o del otro. Algunos de estos protagonistas son personajes históricos reales por lo que el libro aparte de su carácter novelesco tiene una importante y muy interesante versión histórica donde podemos comprobar el horror que debió ser vivir en España en aquella época, la condición humana mostrando su peor cara, la violencia gratuita, los ideales exacerbados, el fin siempre justificando los medios, las traiciones mas ruines, en definitiva dos maneras de pensar distintas en un mismo país queriendo la una destruir la otra sin ningún tipo de piedad.

La voz narradora salta de una enigmática primera persona que sabe todo de los personajes y que se sitúa en la actualidad a la voz del protagonista Ignacio Abel en los años convulsos de la guerra civil, ello sin hacer al lector ningún tipo de incomodidad ya que ambos narradores se centran en el desarrollo de la historia con un mismo perfil y la misma finalidad.

Aunque la documentación histórica tenga mucho peso en la novela, esta no deja de ser una historia de amor donde el autor se recrea y detalla con gran éxito todos los pequeños matices que florecen en la mente de los enamorados en la primer etapa de una relación, gestos, conversaciones, elección de palabras determinadas al hablar, sentimiento de celos, miedo a la pérdida, despecho, pasión sexual, etc. Esto mismo, es decir, el amor, es quien pone el punto final al libro, regalándole el autor el broche final por encima de la vertiente histórica de la novela.

Muñoz Molina, uno de nuestros mejores escritores de la actualidad sin lugar a dudas y “La noche de los tiempos” una de sus mejores novelas, que debido a su carácter monumental podría llegar a convertirse con el paso del tiempo en una de las grandes novelas en castellano de nuestro tiempo.


Por Caarte.

sábado, 17 de diciembre de 2011

The Pacific, la serie.

Esta serie se podría considerar como la continuación de Band of Brothers, una vez más Tom Hanks Y Steven Spielberg coproducen el proyecto que esta vez nos sitúa en la 2º guerra mundial una vez más pero no en suelo europeo sino en la lucha que mantuvieron los americanos contra los japoneses.

Los personajes son reales una vez más y la serie está basada en las memorias de Robert Leckie “Helmet for my pillow” y de Eugene Sledge “With the old breed”, es digno de resaltar también que uno de los escritores de la serie es Hugo Ambrose, hijo de Stephen Ambrose, autor del libro “Band of brothers” origen de la serie homónima.

Band of Brothers ya nos había mostrado la guerra tal y como es, sin tapujos y con toda su crudeza, pero The Pacific va más allá, alcanzando unas cotas de realismo hasta ahora no vistas. Cuando uno ve cualquiera de los 10 capítulos de los que consta la serie le entran escalofríos de observar la guerra tal cual es, sin remordimientos, sin cargos de conciencia, repleta de las mayores brutalidades a las que puede llegar el ser humano, las vidas no tienen ningún valor, los enemigos son simplemente eso, enemigos, se les deshumaniza por completo para no tener ninguna clase de remordimientos.

Si por algo se caracteriza esta serie de HBO es por la espectacularidad de sus escenas, como ya hizo en su día “Salvar al soldado Ryan”, las escenas de desembarcos, bombardeos o duelos de artillería en el frente alcanzan unas cotas de realismo que logran situarte verdaderamente en aquel lugar y en aquel tiempo.

Sobre una multitud de personajes resaltan tres, Robert Leckie, Eugene Sledge y John Basilone. Los capítulos van alternando el protagonista y nos muestran la guerra a través de los ojos de ellos y de sus preocupaciones y sentimientos. Los tres personajes son muy diferentes entre sí, sus puntos de vista resultan muy interesantes de analizar así como observar como la guerra les va haciendo evolucionar como personas o descubrir el final de cada uno de ellos.

Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki que pusieron fin a la guerra no tienen casi protagonismo en la serie, simplemente son comentadas brevemente por los protagonistas, suponiendo para ellos simplemente el final del sufrimiento y la posibilidad de abrir unas botellas y celebrar que la victoria se ha alcanzado, así de cruda es la guerra y así de bien nos la cuentan en The Pacific.

Por Caarte.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Loquillo y los poemas de Luis Alberto de Cuenca.

Hay artistas, grupos o cantantes que se tiran 30 años haciendo lo mismo para el mismo tipo de público y hay otros, que son los que realmente merecen la pena, que evolucionan y adaptan su obra a sus nuevas inquietudes, acordes estas últimas con el paso del tiempo y con los años que van cayendo en el calendario particular del creador en cuestión.

Loquillo es uno de estos, en los 80 le tocó ser un rockabilly rebelde que dio mucha guerra y mucho que hablar y junto a los Trogloditas formó una de las bandas de mayor repercusión en el panorama español, ahí está su trabajo para re-escucharse cuando se tengan ganas de quemar rueda, pero esa época ya pasó y aquél chico duro ha dado paso a este elegante cantante, lleno de madurez y saber estar, Loquillo se ha convertido en un auténtico sibarita de la canción, sus trabajos desprenden mucho savoir faire, un exquisito gusto por las cosas bien hechas, un refinamiento en el sonido y en las letras que no son muy comunes hoy en día.

“Su nombre era el de todas las mujeres” es el tercer trabajo de Loquillo musicando poemas de otros. Si en “La vida por delante” (1994) y en “Con elegancia” (1998) cantó por Benedetti, Gil de Biedma, Octavio Paz o Borges entre otros, en este nuevo trabajo se centra por completo en el académico Luis Alberto de Cuenca.

Cuando uno escucha el disco respira perfección por los cuatro costados, o mejor dicho por los cuatro pilares sobre los que descansa el trabajo: los irónicos y bellos poemas de Luis Alberto de Cuenca, la maestra y pausada música de Gabriel Sopeña, la limpia y elegante producción de Jaime Stinus y la inconfundible, cálida una veces y desgarradora otras veces interpretación de Loquillo.

El disco comienza con “Political incorrectness” y “Nuestra vecina” donde el dúo de Cuenca-Loquillo se muestra más desenfadado y humorístico, el disco avanza y te encuentras con joyas de una sutileza extrema, “La noche blanca”, “Cuando vivías en la Castellana” o “Farai un vers de dreyt nien” contienen versos de un nivel insuperable donde podemos encontrar al de Cuenca más romántico y apasionado. “La malcasada” o “Su nombre era el de todas las mujeres” son excelentes temas que completan este trabajo de diez cortes donde la mujer es el eje central y la auténtica protagonista.

Esperemos que Loquillo siga en el futuro teniendo tan buen gusto eligiendo poetas e interpretándoles y es que para realizar este tipo de discos aún le queda toda una vida por delante, sólo necesita poemas, teatros, trajes negros y su inconfundible voz.

“Farai un vers de dreyt nien”

Sobre ti, sobre mí
sobre el infierno y sobre el paraíso
de nuestro amor,
sobre el milagro inútil
de haberte conocido y el abismo
de haber viajado al alba y al crepúsculo
con un monstruo tan dulce y tan dañino,
sobre la huella que dejó tu cuerpo
en mi cama y en todos mis sentidos,
sobre el vestido negro ribeteado
de encaje con que andabas por el filo
de la traición, sobre tu piel tan blanca
y sobre el tiempo que yo perdí contigo…
Sobre todas las cosas que anteceden
y sobre nada
(¿acaso no es lo mismo?)
escribiré un poema, recordando
la canción de Guillermo,
con el frío de la distancia
y con la sensación
de no haberlas vivido.

Por Caarte.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Band of Brothers, la serie de HBO

Todos hemos visto multitud de documentales sobre la 2º guerra mundial, imágenes en blanco y negro con soldados anónimos moviéndose a cámara rápida, Hitler pronunciando discursos mudos con actitud enérgica, explosiones de bombas en escenarios oscurecidos y una voz en off que nos narra el desarrollo de la contienda en términos generales, tropas y países que avanzan y otros que retroceden.

“Band of brothers” es una magnífica serie de 10 capítulos coproducida por Steven Spielberg y Tom Hanks entre otros que nos muestra la crudeza de la 2ª guerra mundial desde otro punto de vista, desde un punto de vista mucho más real, verídico y tangible, desde un punto de vista donde se puede sentir el dolor, oler la sangre y padecer el sufrimiento de sus protagonistas. Para ello los directores de la serie (hay varios, casi uno por capítulo) se basaron en el libro de mismo título que la serie escrito por Stephen Ambrose.

Tanto la serie como el libro narran las experiencias vividas durante la contienda por la Compañía Easy, miembro de la 101ª División Aerotransportada del ejército de los Estados Unidos. Las situaciones que se cuentan son verídicas, todos los personajes que aparecen son reales, de hecho cada capítulo comienza con extractos de entrevistas a supervivientes que en su día rondarían los 80 años.

La Compañía Easy se caracterizó por ser la mejor entrenada y por ser la que más bajas sufrió durante la guerra en el bando estadounidense. Entró en guerra el Día D, lanzándose en paracaídas sobre Normandía, desde aquel día lucharon contra los alemanes en diversos frentes: Francia, Holanda, Bélgica, además de ser la compañía que tomó sin resistencia alguna el Nido del Águila, la lujosa casa de descanso y centro neurálgico nazi que se construyó Hitler en medio de los Alpes.

Muchos son los protagonistas de esta magnífica serie, soldados, sargentos, tenientes, coroneles, pero sobre todos ellos sobresale la figura del Teniente, luego Mayor, Richard Winters, un oficial que no se muestra para nada autoritario, déspota o tiránico sino que logra ganarse el respeto de su compañía con otra serie de cualidades como la eficiencia, el compañerismo, la mesura o la lógica, es por ello que acabes sintiéndote identificado con él y termine ganándote.

La serie se aborda desde la única perspectiva del lado americano, como ya nos tienen acostumbrados, por lo que los buenos y los malos están claramente dibujados aunque es cierto que al final de la serie se intenta humanizar a los soldados alemanes, que no a los mandos nazis.

La guerra es un sin sentido que se crea por las altas esferas de la política y donde los pueblos se aniquilan obedeciendo órdenes de estas, siendo manejados como marionetas, así es como la guerra se ve desde fuera, desde dentro no, desde dentro no hay tiempo para reflexiones, sólo para actuar, matar para poder sobrevivir, eso sí, los que sobreviven les queda una vida entera para reflexionar sobre ello, esto es lo que queda magníficamente retratado en la serie, el día a día de la guerra, las penas por ver a los compañeros perdidos sin tener tiempo para lamentarse por ello porque un día después, una hora después, un minuto después puedes ser tú el próximo. Como bien dice uno de los protagonistas de la serie: cuando algún compañero resultaba herido nos alegrábamos por él porque se alejaría del frente y puede que tuviera un ticket para casa, cuando un compañero resultaba muerto nos alegrábamos por él porque por fin descansaba y le veías lleno de paz ahí tirado, sin más sufrimiento.

Por Caarte.