miércoles, 27 de julio de 2011

Amy Winehouse y el club de los 27

Amy Winehouse ha muerto y con su muerte ha nacido una leyenda, una vez más una muerte prematura y llena de excesos va a provocar que un artista se convierta en mito antes de que llegara a merecérselo, pero ya se sabe, vive deprisa, deja un bonito cadáver y del resto ya se encargarán la mercadotecnia y la infinidad de jóvenes que década tras década te verán cómo alguien de su edad a quien adorar y rendir el máximo tributo.

En Amy confluyeron una vez más los dos principales requisitos para que nazca una estrella de rock: calidad artística y personaje atrayente. Winehouse solo grabó dos discos (con 19 y 22 años) logrando cierto reconocimiento con el primero y consiguiendo un autentico bombazo mundial con el segundo “Back to Black” donde situó al soul en lo más alto de las listas y revivió los tiempos donde la factoría Tamla Motown logró que Detroit fuera el epicentro musical mundial. Y sí, en este disco que ya pertenece a la historia podemos encontrar un excelso trabajo producido por el nuevo niño bonito y autentico rey midas de la industria discográfica Mark Ronson, y una voz, sobre todo una voz increíble, una de esas voces que esté cantando lo que esté cantando logra que no puedas reprimir las ganas de seguir oyendo, una voz de negra dentro de un cuerpecito blanco, un arañazo en el alma solo al alcance de las más grandes voces de la historia del rock, timbres de voz mágicos, genuinos y deliciosos al oído como los de Janis Joplin, Frank Sinatra, Bono o Barry White.

Y si Amy Winehouse logró con “Back to Black” convertirse en una artista de primera línea por su calidad vocal y artística, fue con el personaje que creó con el que creó una estrella que hoy ya es leyenda. Una personalidad descarada, altiva, gamberra y una existencia llena de todo tipo de excesos junto con una imagen muy cuidada y peculiar (numerosos tatuajes, rímel a borbotones, moño infinito) hicieron inevitable que todo el público y todos los medios no lograran apartar su mirada de esta chica de Londres. Sus escándalos relacionados con sus borracheras, sus idas y venidas con la heroína y demás tipo de excesos hicieron de ella una habitual en los tabloides sensacionalistas y el juguete perfecto para el insaciable público británico.

Una vez más las drogas y el alcohol se llevaron a una estrella del rock a la edad de los 27 años, esa edad maldita donde la historia ha dictaminado que es la edad perfecta para que los excesos conviertan a las estrellas en leyenda. El trágico club de los 27, un club al que nadie querría pertenecer pero que a la vez hace que sus miembros sean irresistibles al interés del público de una generación tras otra.

Muchos son los músicos y artistas que abandonaron este mundo a los 27, pero si este club ya es mítico lo es principalmente a sus principales cinco miembros que desde el pasado fin de semana han pasado a ser seis.

Brian Jones, miembro fundador y líder junto a Jagger y Richards de los Rolling Stones. Guitarra, multiinstrumentista y compositor del fámoso grupo británico empezó a perder peso en la banda debido a su carácter caprichoso y excéntrico. Fue hallado muerto en su piscina tras una más de sus interminables juergas mientras su novia viajaba con Keith Richards e iniciaba una nueva relación con su compañero.

Janis Joplin, historia similar a la de Amy, personalidad irreverente, alcohol, heroína y una voz que hacía temblar las sensibilidades de cualquiera, si Amy era la number 1 del soul, Janis era la auténtica reina del blues. Una sobredosis de heroína se llevó a una de las voces claves del verano del amor libre, el ácido, la psicodelia y los movimientos pacifistas.

Jimi Hendrix, cantante de blues-rock y el más célebre guitarrista de todos los tiempos, su manera de tocar la guitarra cambió para siempre la historia del rock. Sus punteos, riffs y puestas en escena son desde entonces imitados por todos los guitarristas. Al igual que Joplin, Hendrix era otra estrella del hippismo que murió a los 27 tras una juerga ahogado en su propio vómito.

Jim Morrison, voz y líder de The Doors. El atractivo poeta-cantante se convirtió en la nueva estrella del rock gracias a sus enigmáticas letras, su pose intelectual y sus continuos desmanes alcohólicos. Tomaba mas drogas que nadie y al final de sus días solía emborracharse en los bares se Sunset Strip diciendo “Estas bebiendo con el número tres” en referencia a las cercanas y prematuras muertes de Janis Joplin y Jimi Hendrix. Fue hallado muerto en la bañera por su novia Pamela en su apartamento de París tras una tarde más de bares y alcohol.

Kurt Cobain, líder de Nirvana y del movimiento grunge de Seattle. Una vez más apenas sólo tres años de estrellato se hicieron demasiado largos para su protagonista, dos discos, éxito rotundo, drogas y alcohol hicieron que el bueno de Kurt no pudiera aguantar más la presión y se quitó de en medio en su apartamento de Seattle. Había tanto ruido a su alrededor y tanta soledad en su interior que el dolor se hizo insoportable y se pegó un tiro en la cabeza junto a una nota que transcribía una letra de Neil Young: “es mejor arder que apagarse lentamente”

Cinco estrellas que han hecho crecer la mitología en el mundo del rock y que desde la semana pasada tienen en Amy Winehouse a una digna sucesora, una voz inconmensurable encerrada en una sonrisa irónica que nunca nos cansaremos de escuchar.


Por Caarte.





lunes, 25 de julio de 2011

Amar en Madrid, retrato umbraliano de un pueblo grande.

Cada cierto tiempo hay que volver a Umbral, para oxigenarse, para respirar literatura, para meterse en sus gafas y ver a través de su perspicaz mirada y para caminar por las calles de Madrid, esa aldea gigante que Paco tan bien conocía y que tan bien ha retratado y explicado.

Umbral decía que Madrid es un género literario, por su historia, por sus escritores, por sus tertulias, por sus personajes, y a ese género dedicó bastantes de sus numerosísimos libros. Novelas que reflejan Madrid a través de la segunda mitad del siglo XX, viviendo entre el casticismo y la modernidad, entre el franquismo y la movida, entre el tintorro y el whisky, entre cuadros y libros, en definitiva, entre ese pueblo grande que era Madrid y la cosmopolita urbe que es hoy en día.

“Amar en Madrid” no es una novela si no una recopilación de artículos donde la capital es protagonista o marco de personajes varios. “Amar en Madrid” es un conjunto de miradas y retratos de los madrileños o demás gentes que habitan o pasan por esta ciudad con ánimo de triunfar, divertirse, mendigar o simplemente vivir. Publicado en 1972 el Madrid que detalla Umbral en estas columnas es un Madrid que mira hacia al futuro con un deje muy andaluz, muy rústico y tabernero, como dice Paco: Andalucía empieza en Madrid.

Los puntos de vista con los que Madrid es retratada son muchos y casi siempre a través de diversos y variopintos personajes, desde gitanos hambrientos a señoronas de Serrano, desde camareros de cafés a estrellas de tablao, desde grises y desencantados taxistas a escritores malditos. La variedad de protagonistas es magnífica y riquísima en detalles: hippies de Santa Ana, jugadores de partidas clandestinas, respetuosas, gente guapa del barrio de Salamanca, aspirantes a ministro que ven como pasa su vida sin posibilidad de perdurar, jóvenes que delinquen en la Casa Campo porque la vida no les ofrece más opción, viejos que no les gusta el hogar y cada día arriesgan su vida al escaparse a la frenética y muchas veces hostil ciudad etc.

Leer Madrid a través de Umbral es pasear con los ojos bien abiertos por todos y cada uno de los madriles existentes, barriadas periféricas llenas de trabajo y hambre, calles céntricas inundadas de noctámbulos soñadores, cafés rebosantes de tertulias intelectuales, incluso playas cuando Madrid tenía playa...

Si quieres saber cómo era el Madrid de principios de los 70 desde todas sus aristas, desde cualquiera de las 24 horas del día, entonces tienes que tomar a Umbral del brazo y dejarte guiar por este fabuloso cicerone, este cronista excelente y genuino que fue Francisco Umbral.

Por Caarte.