martes, 7 de diciembre de 2010

L.A.Woman: últimas palabras, fuera!

El último año de vida de Jim Morrison fue una sucesión de excesos;una borrachera tras otra y la nueva afición a la cocaína marcaban el desenfreno total donde ya no había vuelta atrás, solo cabía esperar al final, su fiel amigo. Pero entre tanta celebración alcohólica Jim y el resto de The Doors tuvieron tiempo para grabar uno de sus mejores discos y sin duda alguna el más maduro de los seis que grabaron.
Debido al poco compromiso que por aquellos tiempos ya mostraba el excéntrico frontman con los diferentes proyectos musicales el disco tuvo que ser grabado en muy poco tiempo, en unas sesiones en el estudio que son casi actuaciones en vivo ya que el trabajo de postproducción es mínimo.
Poco quedaba ya del grupo pop-rock del año 67 y sus hits superventas, en apenas 4 años se habían convertido en una autentica banda de blues-rock con un sonido mas gastado, menos fresco y mas genuino. Donde mejor se reflejaba la transformación de la banda era en el aspecto de Jim Morrison, había dejado su imagen de sex symbol a un lado para transformarse en un poeta de espesa barba y 20 kilos de más, huía a toda prisa de su imagen de rock star con el único objetivo de transformarse en un hombre de letras anónimo, cosa que ya era imposible de conseguir.
La voz de Jim suena mejor que en cualquier otro disco, ahora ya es muy áspera, desgarrada y quejosa, los excesos hicieron un buen trabajo en este sentido, la guitarra de Krieger y el órgano de Manzarek siguen con su habitual trabajo de contrapunto y yuxtaposición, cada uno camina por sí solo (aunque menos que en otros discos) pero son esos dos caminos independientes los que crean el sonido The Doors.
El disco se abre con “The Changeling” una clara declaración de intenciones, es el último rugido del león, aun les queda fuerza y energía en el cuerpo, algo que demuestran también en su ya clásica L.A.Woman, una canción de casi 8 minutos donde se superponen los cambios argumentales y los versos que Morrison dedica a “su ciudad”. El disco donde mas sorprende es en su manejo con el autentico blues, tanto el sonido instrumental como la voz de Morrison están mas cerca de un grupo de mas de 50 años que de unos veintañeros que aún eran The Doors. Cuando uno oye a Jim recitar the cars hiss by my windows/like the waves down on the Beach/I got this girl beside me/but she`s out of reach/ no cabe otra opción que imaginarse a un vagabundo en medio de la noche bebiendo de una botella mientras vé pasar la vida ante sus narices. En el disco también hay tiempo para satisfacer las listas de ventas con “Love her madly” al frente, una composición de Robbie Krieger.
El disco al igual que en “The Doors”, “Strange Days” y “The Soft Parade” se cierra con un tema de larga duración que fueron un sello genuino en la carrera de la banda, en ellos Jim daba rienda suelta a sus inquietudes, miedos y visión del mundo. En esta ocasión la canción se trata de “Riders on the storm” donde bajo el inquietante e incesante repicar de la lluvia y la batería aparecen esos versos tan trágicos, oscuros y decadentes: Riders on the storm/ into this house we`re born/ into this world we`re thrown/ like a dog without a bone/ an actor out on loan

Por Caarte.
                                                                                                                           

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